domingo, 11 de enero de 2009

El porqué de la explosión del paro en España

Se dice que en el pecado está la penitencia. La buena noticia es que con la penitencia se consigue a su vez la absolución. Nuestro pecado ha sido el boom inmobiliario vivido, que sin ser un fenómeno exclusivamente español, sí que ha tenido especial intensidad entre nosotros, siendo ésta especial intensidad la causa -no única, pero sí principal- de la actual y dramática explosión del desempleo en nuestro país. Y es ésta la penitencia que deberemos sufrir.

El boom inmobiliario español tiene diversos motivos. Pero el principal es sin duda que, al mantenerse un diferencial de inflación positivo en relación a la media de la zona euro durante varios años, los tipos de interés reales se han mantenido a su vez extraordinariamente bajos durante un largo periodo de tiempo.

Y constituyendo las burbujas inmobiliarias siempre y en todas partes fenómenos fundamentalmente monetarios, la respuesta del mercado inmobiliario español a una situación tan favorable no podía ser una excepción. Y no lo fue (el caso español no difiere mucho -por ejemplo- del irlandés, con problemas similares en el sector inmobiliario y por los mismos motivos, ni del de algunos otros países).

La demanda de inmuebles se ve espoleada por los bajos tipos de interés reales, que provocan la ilusión de que cualquiera puede ser propietario de un piso. Y la oferta, como no podía ser de otra manera en una economía de libre mercado, no hace más que responder a esa demanda exacerbada con una producción igualmente desmedida.

La ilusión llega a generalizarse de tal manera que incluso las entidades financieras se contagian de la misma, rebajando en forma notable las exigencias a la hora de conceder un préstamo, tanto a compradores como a promotores: el boom no hubiera sido posible de no haber sido alimentado por el sector financiero, que se ve obligado incluso a endeudarse en el exterior para poder satisfacer las ingentes peticiones de crédito destinadas a la promoción y compra de inmuebles.

Pero por otra parte, el mantenimiento en el tiempo de ese diferencial de inflación positivo con relación a nuestros socios comerciales conlleva una pérdida continuada de competitividad de nuestra economía que, al estar anclada al euro, no puede ser compensada mediante una correlativa depreciación monetaria. De esta manera, dicho desequilibrio sólo podrá ser compensado vía destrucción de empleo.

En ausencia del boom inmobiliario vivido, el resultado hubiera sido un constante aunque relativamente suave aumento del desempleo a lo largo del tiempo. Pero la exuberancia inmobiliaria que experimentábamos permitió absorber no sólo a esos trabajadores expulsados de otros sectores sometidos a esa constante pérdida de competitividad, sino también a los que se iban incorporando por primera vez al mercado de trabajo y a los varios millones de trabajadores inmigrantes, llegados en los últimos años a nuestro país. Todos ellos encontraron fácil acomodo en un sector de la construcción que precisaba de ingentes cantidades de mano de obra para mantener un ritmo productivo de 800.000 viviendas anuales, más que Italia, Francia y Alemania juntas (para una población cinco veces menor).

Podría decirse pues, que el fuerte crecimiento económico experimentado por nuestro país en los últimos años ha constituido una sostenida huida hacia adelante sustentada en un endeudamiento creciente tanto por parte de las familias como de los promotores inmobiliarios y hasta de las propias entidades financieras. Un crecimiento basado fundamentalmente en una continua expansión del crédito, o sea, de base exclusivamente monetaria.

Por ello, cuando estalla la crisis financiera internacional, con el consiguiente colapso del crédito a todos los niveles, el efecto sobre nuestra economía es instantáneo y especialmente intenso. La congelación del crédito provoca un bloqueo inmediato del sector inmobiliario que arroja al paro en cuestión de pocos meses a más de 500.000 trabajadores. Pero los posteriores efectos de la crisis financiera sobre otros sectores de la economía real añaden más leña al fuego. Y por último, se siguen produciendo nuevas incorporaciones al mercado de trabajo.

Es la suma de todo ello lo que provoca el explosivo crecimiento del paro en 2008, si bien como señalábamos no todo el incremento se debe a la destrucción de empleo. Finalmente, al acabar el año las estadísticas contabilizan casi un millón más de desempleados y el paro alcanza su record histórico en términos absolutos, superando los tres millones de desempleados.

Record que con toda probabilidad se verá superado a lo largo del 2009. El sector de la construcción seguirá sometido a un ajuste que se profundizará durante este año, por lo que seguirá perdiendo empleo. El empeoramiento de las expectativas económicas, y las dificultades de acceso a la financiación seguirán afectando a la economía real durante quizás 4 a 6 trimestres, periodo en el que el crecimiento económico será negativo o muy reducido y por tanto incapaz de generar empleo. Nuestra penitencia por los excesos cometidos será rozar -si no superar- los cuatro millones de parados y una tasa del 18%, con las gravísimas consecuencias sociales que ello conllevará.

Hemos hablado del pecado y de la penitencia. Pero ¿y la buena noticia?

Pues la buena noticia es que a medida que avanzamos en el cumplimiento de nuestra penitencia, las puertas del perdón se nos van abriendo, en forma de disminución -no menos explosiva- de nuestra tasa de inflación, que ha pasado en cinco meses del 5,3% al 1,5%, situándose por vez primera por debajo del IPC armonizado. Es incluso posible que para el próximo verano esté rondando el cero por ciento.

Si se mantiene la tendencia -y la debilidad de la demanda interna hace pensar que así será- empezaremos a experimentar el proceso contrario al antes descrito: eliminada la hipertrofia del sector inmobiliario y con un diferencial de inflación negativo, nuestra economía se irá volviendo progresivamente más competitiva, lo que redundará en una mayor demanda de nuestras exportaciones y en menos importaciones. Ello será lo que vaya sentando las bases de una recuperación económica con base real y no únicamente financiera, que como se ha demostrado una vez mas es "pan para hoy y hambre para mañana". Que así sea.

1 comentario:

Unknown dijo...

Se resumen ene sta formula

(Bancos + gobierno) : (consumismo - ahorro)= crisis