jueves, 27 de noviembre de 2008

La senda de la deflación

Va tomando creciente protagonismo la idea de que la economía puede entrar en una espiral deflacionaria: situación en que los precios bajan de forma sostenida, lo que entre otros problemas provoca una subida de los salarios reales que se traduce en una reducción del empleo, con la consiguiente reducción adicional de la demanda, que a su vez provoca reducciones adicionales de los precios al reducirse la demanda, que a su vez...

Este circulo vicioso se ve amplificado por una peculiaridad del proceso deflacionario: el consumidor aplaza sus decisiones de consumo ante la perspectiva de poder comprar más barato. La demanda se bloquea literalmente y la economía se hunde más y mas en el negro pozo de la depresión+deflación. Ante una situación así, la medidas monetarias son ineficaces para reactivar la economía: ni bajadas de tipos ni mayor disponibilidad de crédito serán suficientes para persuadir a los consumidores a comprar. Recordemos que éstas están siendo las principales -a veces únicas- medidas implementadas o propuestas hasta ahora por las autoridades económicas para luchar contra la crisis.

Recientemente, el ministro de economía Pedro Solbes ha anticipado que la tasa de inflación en España podría rondar el 0% hacia el mes de julio de 2009. Como es sabido, el IPC mide el nivel general de precios de una economía, estando compuesto por una cesta de bienes y servicios que se considera representativa de la demanda de los hogares. Una característica importante del IPC es que no recoge las variaciones del precio de la vivienda en propiedad. Si estuviera incluido, probablemente estaría reflejando ya valores negativos (al igual que ha ocurrido con los precios de la energía).

Es decir, que la temida deflación ya ha enraizado en nuestra economía, principalmente de la mano de la crisis inmobiliaria que se ha cebado en nuestro país. Y es que, indudablemente, el sector inmobiliario presenta en estos momentos todas las características de una espiral deflacionaria: precios a la baja de forma sostenida (aunque todavía quedan algunas voces interesadas que, en contra de la evidencia, dicen lo contrario) y sobre todo, un absoluto bloqueo de la demanda a la espera de que los precios sigan bajando, como sabe por experiencia propia cualquiera que esté hoy intentando vender su piso.

Por otra parte, el precio del petróleo ha caído desde los 147 $ el barril en agosto hasta los 50 $ actuales y se espera que continúen bajando hasta situarse alrededor de los 40$. Materias primas y alimentos también han experimentado bajadas.

También los fabricantes de automóviles, ante la atonía de la demanda, ofrecen importantes descuentos que están teniendo como resultado que el precio final de los automóviles sea hoy inferior al de hace algunos meses. Y lo mismo ocurre en muchos centros comerciales, que en plena temporada han comenzado a ofrecer descuentos para reactivar la alicaída demanda.

Vivienda, petróleo, alimentos, materias primas, automóviles, bienes de consumo... Una parte sustancial de la actividad económica se encuentra ya enferma de deflación. O se toman medidas decididas e imaginativas, capaces de reactivar la demanda, o la infección acabará extendiéndose a todos los sectores.

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